Las clases de Don Ricardo nunca fueron aburridas y he aquí otra muestra.
En cierta ocasión al entrar Don Ricardo en su aula de Literatura del Centro de Enseñanza General, la clase se puso de pie como era lo habitual, pero esta vez alguien dijo en voz alta:
- ¡ Caballeros del SiFang !...
- ¡ Honorable señor !- contestó la clase al unísono y se sentó.
Don Ricardo, que era bastante flemático, no se inmutó, y mientras soltaba del chaleco la leontina parsimoniosamente, y colocaba su reloj sobre la mesa, dijo:
- ¡Permanezcan de pie! -
Puso su lápiz a un lado de reloj de bolsillo y se sentó, dando permiso a la clase para que también se sentara a su vez.
- A ver - dijo - que salgan uno a uno a la palestra, Fu Manchú y los Caballeros de su Consejo, por riguroso orden alfabético.- y dió un golpecito sobre la mesa con el lápiz.-
El golpecito era la señal ejecutiva (una especie de ¡ar! castrense). Y salió A...y Don Ricardo le dijo:
- Diga Vd lo que sepa de Sax Rohmer.- (A... se quedó mudo y angustiado, con el rostro pálido)
Don Ricardo dió otro golpecito con el lápiz, A... se sentó y salió B...a la palestra. Don Ricardo fue dando golpecitos hasta que toda la clase pasó por la tarima sin decir ni mu sobre Sax Rohmer sencillamente porque nadie sabia quién era.
Don Ricardo sentenció:
- Todos ustedes se has ganado un cero y una amonestación.-
- Ahora se irán en orden y en absoluto silencio al Aula de Estudios y cada uno escribirá quinientas veces:
- "Sax Rohmer es el creador de Fu Manchú y autor de numerosas novelas sobre este villano chino, enemigo de occidente".
Yo vi por aquellas fechas, como seguramente muchos aficionados ferrolanos al cine, varias películas de Fu Manchú interpretado por Boris Karloff en unas y en otras por Christopher Lee que indefectiblemente eran derrotados por Sir Denis Nayland Smith, ayudado por el doctor Petri.
Me acuerdo especialmente de Los Tambores de Fu Manchú porque era una serie, en la que salían los Caballeros del SiFang saludando a Fu Manchú como quisieron hacer los alumnos de Don Ricardo. También recuerdo el sanguinario ejército de dacoits que ejecutaban las malvadas órdenes de Fu Manchú. Los dacoits eran sanguinarios pero no invencibles.
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