Lorc & Julit. |
Allá por 1945 conocí a Lorente, a José Lorente de Castro, que era mi vecino de enfrente en la calle de Sol, porque él vivía en la que llamábamos "casa de la alemana" y yo en el número 102 que ahora es el 138. Nos hicimos muy amigos porque teníamos una afición común, la magia blanca, aunque entonces él ya era un maestro por lo menos a mis ojos y yo un aficionadillo del montón, pero un aficionado entusiasta, que se compraba barajas y libros para preparar y practicar juegos de magia y de ilusión, pero los mejores juegos de manos de mi repertorio de entonces me los enseñó José que tendría dos años más que yo, que me usaba como público para ensayar sus juegos y a cambio me enseñaba trucos maravillosos. Además era primo de otros amigos míos que vivían en la calle de la Iglesia, lo que reafirmaba nuestra amistad, porque José era tan buen amigo como prestidigitador o más.
José Lorente con Peter O'Tool y con Lorente de Arabia. |
Él ingresó en la Bazán para hacer barcos y yo preparaba mi ingreso en la Armada para usarlos, porque en aquella época los barcos eran la razón de ser de Ferrol. Después José se subió a los escenarios y yo me subí a los barcos.
Seguí todo lo cerca que pude por prensa, radio y televisión la carrera y los triunfos artísticos de José y Julia, su mujer, de Lorc & Julit, deseando poder verlos en directo, pero desgraciadamente nunca me fue posible como tampoco nunca fue posible para José su sueño de actuar en el Jofre.
Recuerdos de mi afición a la magia, que continué muchos años todavía, conservo dos libros de la biblioteca que llegué a tener, Ilusionismo de Vicente García Mayoral,de Bruguera S.A. y El libro del ilusionista aficionado escrito por Roberto Remartínez (Doctor Fausto) y Alfredo Florensa (Charlie Rinox), de Daimon, editados ambos el año 1964; además guardo varias barajas trucadas, algunos "aparatos" preparados por mi y los restos de un Kit de Magia Borrás, que era como el silabario de los niños magos.
De Lorente supe que tenía una tertulia con Don Justo Barcón, el hombre que me enseñó a leer, a escribir, las tablas de memoria y las operaciones aritméticas, incluida la raíz cuadrada. Supe de la tertulia que yo llamé de mis maestros, por estar en ella Don Justo y Don José, cuando ya estaba yo sufriendo mis achaques de la vejez, ya estaba fuera de circulación y no tenía vida social. La vejez es una putada que nos tiene reservada el destino inexorablemente y que me llegó inesperadamente por mucho que quise prepararme. Ahora procuro vivir la ancianidad paradójicamente es decir con alegría y como si tuviera treinta o cuarenta años.
Cuando pasados bien más de cincuenta años, volví a verlo en Ferrol, por la calle Real, y me acerqué a él para saludarlo me llevé un disgusto tremendo porque no me reconoció ni se acordaba de las sesiones de prestidigitación que teníamos en el Cantón de Molins unas veces y otras en la calle del Sol; supe entonces que tenía Alzheimer. Un par de años más tarde desgraciadamente fui a su entierro.
Gracias por plasmar con tanta gratitud y reflejar tan bien, la figura de mi abuelo, para ti tu amigo lorente y para mi, mi abuelo pepolo.
ResponderEliminarUn gran saludo y gracias de nuevo!!