martes, 7 de octubre de 2014

LXVI.- Historia de un Soldadito.

Al principio del año 1937, en plena guerra civil, llamaron a filas a mi compañero de juegos, amigo y pariente lejano Aquilino, más conocido como Quiliniño para no confundirlo con su homónimo,  es decir tocayo,  padre.


Quiliniño físicamente aparentaba tener más o menos mi edad - siete años -  pero era muy bajito. Y claro, sus padres estaban consternados porque se fuera al servicio militar y lo que es peor, a la guerra, cuando echando cuentas minuciosas el niño no podía tener más de nueve añitos, tirando por largo.
Sin encontrar solución oficial a esta situación esperpéntica, en la Caja de Reclutas, donde sólo le exigían presentación de documentos, Don Aquilino se presentó con Doña Enriqueta, su mujer, y con Quiliniño, en casa de mi abuelo que  era el superjefe reconocido de la familia, porque además había sido alcalde de barrio. Mi abuelo después de soltar un par de tacos, dio unas cuantas instrucciones y la cosa se arregló felizmente en un par de días y muy bien documentada para explicarlo.
Resultaba que Quiliniño había nacido justo a raíz de morirle un hermano  llamado Aquilino, que tenía ya  diez años sin que una cosa, el nacimiento, fuera consecuencia de la otra, una defunción, ya que se trataba de dos sucesos disjuntos, pero  Don Aquilino que era un lince, le dijo a Enriqueta  - A o novo pequeno, vamos  poñerlle   tamén Aquilino e aforramos cartos - Así excusaban de ir al registro civil que era lejos, caro el autobús de ida y vuelta, y demasiado engorroso. Decidieron no registrar aquellos movimientos demográficos ya que no influían en el censo por aquello de que " cero mata a cero " y así los dos sucesos disjuntos pasaron a ser dependientes por la astuta jugada de Don Aquilino.

En el Registro Civil solamente aparecía un Aquilino nacido en 1920 y ningún asiento más relacionado con hijos de Aquilino y Enriqueta. Sin embargo y por fortuna en los Libros de  la Parroquia, figuraba el bautizo de Aquilino en 1920, en el año 1929 constaba su entierro en Camposanto Parroquial y diez días más tarde aparecía "de nuevo" su bautizo...
Como las fechas encajaban muy bien para esclarecer aquel morrocotudo embrollo, Quiliniño se libró del servicio militar y no tuvo que ir a la guerra. Y los de la Caja de Reclutas respiraron aliviados porque no tenían fusil adecuado  para armar a aquel soldado tan bajito...
Y es que en la Galicia profunda de entonces ocurrian estas cosas. 

Años más tarde todavía sigue coleando  el asunto porque Quiliniño que ahora se llama Don Aquilino, ha ganado varias apuestas en torno a la edad que aparenta y la que tiene realmente (según su D.N.I.)








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