martes, 26 de mayo de 2015

Envejecer.



Señor anciano.
Soy un anciano, muy anciano pero ¡ ojo ! no soy un viejo.  Además no hay que confundir el significado de "anciano" con el de "viejo". Desde siempre me propuse no ser una carga para los que me rodean y procurar envejecer de la mejor forma posible.  Creo que lo estoy logrando aunque no pienso hacer una encuesta sobre el tema por si resulta adversa para mi. Si se confirmara que soy un verdadero coñazo  para los que me rodean, cosa que vengo sospechando últimamente, sería un duro golpe para mi ego.

Mis alifafes principales que los quiero como si fueran míos, son:

-  que me salieron canas (y no usé tintes para disimularlas).
-  que me quedé calvo y no usé crecepelos primero ni peluquín después,  como hicieron mis compañeros calvos cuando se  convencieron de la inutilidad de los crecepelos, aunque  dejaron  de usarlo el día que al doblar una esquina se los llevó el viento.
Sin embargo, uno de mis compañeros que era muy terco y presumido, que se había ganado como apodo un nombre de un  crecepelos de moda del que usó varios hectolitros durante más de un año, se hizo coser el peluquín al cuero cabelludo para no perderlo al doblar la primera esquina. Sin embargo le duró poco tiempo cosido porque tuvieron que descosérselo por culpa de una infección cutánea horrorosa debajo del peluquín por falta de higiene adecuada...Aceptó por fin que la alopecia es invencuible salvo por implantes que empezaban todavía sin éxito en los tiempos de la historia de mi calvicie.
- que se me cayó   el vello corporal  como si se tratase de una especie de caída otoñal de la hoja, lo que me hizo sentir desnudo. El vello corporal me hacía estar más cerca de mi antepasado el mono.
- que no use peluquín pero tuve que usar gafas para cerca y para lejos,  que me tuvieron que operar de cataratas y después de un ectropión en el ojo izquierdo y que mi ojo derecho empieza a pedir una intervención similar por el mismo motivo.
- que se me resecó y arrugó la piel y no usé cremas hidratantes ni cremas de día ni cremas de noche principalmente porque soy muy vago.



Zapato viejo. 
- que me desapareció la tableta muscular del abdomen que tanto había cultivado en gimnasio durante mis años mozos, que en su lugar me salió una hermosa barriga cervecera por la que fui condecorado un par de ocasiones y ahora en  lugar de tableta o de barriga tengo unos colgajos de piel vacía de grasa y de músculos, Sin músculos de la tableta ni grasa de la barriga.
- que en mis manos ya pueden verse algunos hueso retorcidos no se si de artritis o de artrosis pero me da igual y no me molestan todavía. Digo todavía, pues si por mi fuera viviría hasta los noventa y cinco años por lo menos aunque la artritis, aunque la artrosis y aunque estuviera todavía más estropeado, siempre que las encuestas relativas a ser un coñazo me fueran favorables con el 51 % de los votos, ya que amo la vida como el mejor don que Dios me dio, pero no la querré si no llego al 50 % favorabl.

También fui operado de un montón de cosas y me implantaron alguna prótesis suficientes para hacerme sentir un hombre biónico, pero viejo todavía no, aunque entre otras prótesis externas me vi obligado a usar bastón.
Manos con artritis reumatoide.

Obsérvese que a mis achaques les llamo alifafes, eso si porque me parece más cariñoso, porque forman parte de mi mismo y yo me aprecio a mi mismo tal como soy, bastante, tanto como aprecio a los que me rodean (es decir que amo al prójimo como a mi mismo) por eso mis canas me parecen de inteligente y mi calvicie de sabio.
Antiguamente los ancianos estaban muy bien considerados, ahora no tanto, es decir ahora nada. Antiguamente cualquier ciudad que se apreciara tenía un Consejo de Ancianos. Ahora el anciano solamente está bien valorado en los hogares donde como única paga entra su pensión pero es que a muchos nietos aun con paga les importan un bledo las batallitas de sus abuelos, influidos por el ambiente y por el excesivo culto a la juventud que se respira. Triste y penoso.
El hombre tiene que acostumbrarse a que su juventud sea cada vez  menor (por eso hay que disfrutarla pero sin pasarse) y por el contrario la senectud es cada vez mayor (y aunque es más difícil, se debe disfrutar adecuadamente). También se puede y se debe aprender a disfrutar la longevidad  a condición de no querer aferrarse inútilmente a parecer joven o a negar la muerte inexorable que viene.



Recreación de un fundidor de la Edad del Bronce

Quizá a los ancianos les llegue a pasar históricamente en el futuro como al cobre. En la Edad del Bronce, el cobre, que era muy blando,  se endurecía al alearlo con el estaño, y servia para hacer el bronce que se usaba para fabricar toda clase de utensilios, como armas, vasijas y adornos, durante muchos años. En la Edad del Hierro las cosas le vinieron muy mal al cobre, cayó en desuso y quedó totalmente obsoleto. Sin embargo, con el tiempo, el cobre volvió a ser importante por la aparición del aprovechamiento industrial de la electricidad y de la electrónica, dadas sus importantes características de conductor de la electricidad. Puede ser que algún día, los ancianos, que cayeron en desuso con la democracia, como  el  cobre  con  la  Edad del Hierro,  puedan  volver  a  dar  lo  mucho 
que pueden ofrecer y a ser apreciados otra vez, 
al menos por sus nietos.

Para no dejarme ninguno de mis  achaques (alifafes) en el bolsillo, diré que además estoy operado de amigdalas (a los cuarenta y tres años, cosa que fue horrible), de vesícula biliar con la ventaja de que una vez estirpada, pude volver a comer callos (que son  un un invento pistonudo); también fui operado de hernia inguinal, de cáncer, de una recidiva de cáncer y de una trombosis en la femoral derecha.


Esther Vilar autora de El varón domado (1977),
libro que espabiló bastante  a la mujeres.
Sufrí dos infartos consecutivos, el segundo, que ocurrió a los quince días del primero me produjo un fallo multiorgánico que me dejó sin función renal y ahora, como consecuencia y según ya conté en otro artículo de este blog, estoy sometido a diálisis, que es lo que más me hace sentir biónico...

Pues todo esto,que no es poco, no es lo que me ha hecho sentir viejo. Digamos  como anticipo, que yo solamente envejecí por motivos morales y sociales.

Confieso que las  etapas principales de mi envejecimiento son las siguientes:

Primera: Autobús ferrolano: una joven de unos veintitantos añitos me cede el sitio. Me quedé tan perplejo que no supe reaccionar y me senté en el asiento que me ofreció. Después pensé: - estoy viejo evidentemente -.


Edificio de Correos de Ferrol
Segunda:  Comida a los veinticinco años de terminar la carrera: todos los de la promoción van sacando del bolsillo cajitas con pastillas de colores, para medicarse adecuadamente. Tremendo porque yo también llevaba mi cajita escondida. Conversación: los logros de los hijos. A la cena posterior, a la  de los cuarenta años de terminar la carrera, no fui porque mi caja de pastillas casi era un baúl,  y además la cena estaba planteada con asistencia de las mujeres, que ahora ya habían leído El varón domado libro escrito por  Esther Vilar en 1977 y que vino a rematar lo empezado  con la publicación en 1967 de El mono desnudo de Desmond Morris, y con esto y otras cosas, las mujeres habían aprendido a ocupar un lugar en el espacio. La cena por lo tanto se planteó con mujeres a pesar de que ya había varios muertos de la promoción, pero las mujeres ya no nos dejaban hacer una cena de machos tristes como la primera, porque ahora eramos varones domados,  y  por lo tanto a esta segunda cena iban las esposas y también iban las viudas, todas vivas e increíblemente guapas y muy rejuvenecidas...y naturalmente las viudas  sin luto, porque ya no se llevaba. Mi mujer decía que algunas al  quedar viudas se habían revitalizado, - fixeronse mais repoludas que de ceibes - decía, porque usaba el gallego cuando quería ser contundente.
Lo de fixeronse mais repoludas que de ceibes era algo así como que se hicieron más gallardas, más bizarras o más garbosas que de solteras... pero que realmente repoludas en gallego tiene connotaciones intraducibles que solo un gallego de pura cepa entiende. Entiende o puede entender.


Una de mis más apreciadas condecoraciones. 
Tercera:  Delante de la antigua puerta giratoria del edificio de Correos de Ferrol: una señora me cede el paso y después de una pequeña discusión sobre prioridades tuve que pasar delante de ella, porque fue tan persuasiva que me sentí realmente anciano y mucho mayor que ella... aunque creo que yo era bastante más joven y que además se suponía entonces que las mujeres no tenían edad...y que por eso tenían que pasar siempre delante de cualquier hombre de cualquier edad, cosa que yo sigo practicando cuando me dejan.

Cuarta: Encuentro en tertulia con unos viejos compañeros (viejos por antiguos y por ancianos) después de varios años sin vernos. Conversaciones: cada uno por turno contó sus dos o tres visitas al quirófano y los logros escolares de sus nietos. Me sorprendí a mi mismo contando mi operación de la hernia inguinal y por ello me sentí un vejestorio. Desde entonces me reúno sólo segúnconquién de los pocos amigos que siguen vivos. Evito así hablar de operaciones quirúrgicas.

Quinta: Sobremesa. Contaba una de mis batallitas  de Guinea Ecuatorial y Santi que fue realmente cruel aquel dia, me interrumpió para decirme que aquella historia ya la había contado yo unas tres veces por lo menos delante de él. Esta manía de contar batallitas repetidamente es la secuela básica de mi envejecimiento real pero ni siquiera la insensibilidad de Santi fué capaz de curarme..
Así pues sigo contando mis batallitas repetidas, una y otra vez machaconamente aunque esté Santi delante, porque son únicas y reales, porque no tengo otras nuevas y siempre creo recordar algún aspecto inédito de las viejas.

Un barrigudo cervecero conocido.
Bien, pues el caso es que cuando  creía que ya no me pasaría nada nuevo, va y llega el día 24 de Mayo del presente año,  y la hora de votar, y que alguien me lleva al Colegio electoral y además me ayuda a localizar mi urna. Llego a mi urna a depositar mi voto que ya traía preparado de casa, como casi todos,  y ¡Oh! ¡Sorpresa! Una joven, guapa y casadera interventora me suelta de buenas a primeras - Ha sido usted el padrino de boda más guapo del siglo - ...

Pensé primero que este piropo, después de 60 años de no recibir ninguno porque  los únicos parecidos que recordaba sólo eran de mis abuelas, de mi madre y de mi mujer; pensé, como digo, que el piropo me lo habían echado por ser  un anciano decrépito, para animarme a través de una especie de obra  de misericordia. Sin embargo después me quedé dudando entre si el piropo ya me hacía llegar a mi techo de vejez o por el contrario tenía que creer que fui de verdad un guapo padrino. Como creo que  no soy tan viejo, teniendo en cuenta que Cris me llama Monchito, y si fuera viejo me llamaría Don Ramón, me inclino a creer que la joven, guapa, inteligente y casadera interventora era sincera y que realmente fui un padrino vistosillo aunque solo fuera. Lo de inteligente se lo aplico a mi interventora
favorita desde que me han dicho que es una seguidora habitual de mi Blog cosa que demuestra su inteligencia,  aunque a la vista solo esté que es guapa, lo de casadera lo digo porque me dijeron que está en capilla (segun el significado moderno de la frase) esperando el feliz acontecimiento de su boda.  Le deseo mucha felicidad y le estaré siempre muy agradecido. ¡Ah! y que siga leyendo mis entregas en El Camarón de Malabo, pues así por lo menos tendré tres seguidores habituales: mi hijo Ramón, que es un buen crítico,  mi antiquísimo amigo Javier que me hace el honor de repetir en su blog algunas entregas del mío, y la guapa interventora de mi mesa electoral, que lee mis entregas, cosa que no es poco. ¿Cuando son los próximos comicios?
Por si es verdad que fui el padrino más guapo del siglo ya le ofrecí mi padrinazgo a alguna de las casaderas más cercanas para repetir el paseo dándole el brazo a una novia, porque en el fondo me sentó muy bien lo de volver a ser padrino de boda y tripitir me llevaría al nirvana de la felicidad.
Quedo a la espera.

Urna querida, estarás asociada para siempre al día que me nombraron  el Padrino más guapo de Siglo.

    

1 comentario:

  1. https://oliverrock.files.wordpress.com/2009/07/dsc03048.jpg?w=705
    Evaristo Acevedo escribió esta novela en 1954; seguro que recuerdas bien “La Codorniz”, la revista mas audaz para el lector más inteligente y por tanto recordarás también a Evaristo Acevedo, su cárcel de papel, y su inteligente / negro humor como el de todos sus colegas Alvaro de la Iglesia, Mingote, Chumi Chúmez, Pitigrilli, etc.
    Lo más chocante de “Los ancianitos …” es su título, que Acevedo explica que se le ocurrió cuando uno de sus personajes, (ya se sabe desde Pirandello que los personajes se rebelan contra el autor) reprochó a su médico geriatra que se dedicara a prolongar la vida de los viejos, porque eran “una lata”.
    Humor negro aparte, yo me quedo con esta sentencia de Pitágoras, el del famoso teorema:
    Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida.
    Pitágoras de Samos (582 AC-497 AC) Filósofo y matemático griego
    Finalmente, me doy por aludido, cuando en el penúltimo párrafo citas a “mi antiquísimo amigo Javier…” pues efectivamente, ademas de ser "antiquísimo" amigo, he reproducido en mi blog alguno de tus deliciosos artículos que demuestran que además de ser un avezado marino dominas el arte de las letras.
    Un fuerte abrazo
    F. JAVIER de CARLOS.

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