sábado, 6 de junio de 2015

Vaya día para mí.

Hoy no solo era el día de la Fuerzas Armadas y se encargaba la Armada de desarrollar los Actos propios de la festividad castrense, cosas ambas que me gustan mucho porque me traen recuerdos de toda mi vida, sino que además hoy cumplí 85 años,  lo cual me tuvo algo nervioso porque es la primera vez que los cumplí y temia que algo de mi celebración no saliera como yo esperaba y que mis invitados no se diviertieran como yo deseaba.
Ahora que ya pasó el día, de momento no puedo contar nada  porque no tengo imágenes de las personas que me proporcionaron un día estupendo haciéndome compañía bastante más  tiempo del que esperaba, aunque me pareció muy corto y me  seguiría pareciendo corto por mucho más que fuera, pues con todos y cualesquiera de ellos estaría muy a gusto todo el tiempo disponible.
Hace casi un mes que decidí celebrar mi cumpleaños con un ágape en la terraza y desde entonces me fui comprometiendo con mis invitados a dar una comida  a base de percebes, empanada gallega y churrasco, como menú principal, complementado con aperitivos primero y con tarta después, tarta con ochenta con ochenta y cinco  velitas, que no cabían por lo que fue necesario hacer trampa poniendo menos, cosa que me facilito el soplar con el éxito esperado; después de los soplidos, brindis de champán, café y chupitos.

Desde el primer momento viví pendiente de varios boletines meteorológicos poniendo mi fe en el que auguraba un tiempo probable más favorable a mis intereses. Casi hice ofrendas a los dioses de la mitología romana, de la griega y en algún caso a los dioses egipcios. Naturalmente mis peticiones eran concretamente que hubiera un cielo despejado de nubes para que luciera el sol en todo su esplendor, para que no lloviera, que no soplara el viento y que no hubiera rayos, ni truenos, ni relámpagos, ni centellas, en el cielo...
Lo boletines meteorológicos sucesivos fueron cambiantes siempre a peor, si no llovía, habría vientos
huracanados o un frío por lo menos otoñal. Cuando no me fallaba Zeus o Júpiter, me fallaba Neptuno
o Poseidón, o Eolo. Preparé sitios alternativos en mi casa, a cubierto, por si la lluvia o el viento impedían estar en la terraza. La incertidumbre me hizo adelgazar algunos gramos porque me tome muy a pecho celebrar mi cumpleaños rodeado de amigos eso sí, pero en la terraza.
Y llegó el dia, 6 de Junio, y salí a mi  terraza a la 8h00 en punto y me encontré un panorama desolador: cielo superencapotado, un frío horroroso  y un viento fuertemente racheado. ¿Y si llamo a los invitados diciendo que no se puede celebrar el festejo dado que me he muerto? ¿Que podía inventar? En Ferrol no se suspendió jamás absolutamente nada por culpa de la lluvia. Como lo de hacer la comida en la terraza era una sorpresa podría ser que mis invitados  no vinieran preparados para la lluvia y yo no tenía paraguas para todos. Además para comer percebes hacen falta las dos manos... En fin, un desastre.


Sin embargo a la una de la tarde supe que los dioses me habían complacido, el viento se calmó ligeramente, de entrada el viento amainó y a las 14h30, hora prevista para el ágape o banquete, el viento ya era calma, el sol brillaba radiante y tuvimos libres las dos manos para comer los percebes...


Acabado el día le dedico la oración, la oración de la Armada al Ocaso, mi oración, pensando en el arriado de bandera que hoy tiene un significado especial.:



Tu que dispones,
de cielo  y mar,
haces la calma
la tempestad,
ten de nosotros,
Señor, piedad,
piedad, Señor,
Señor, piedad.




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