martes, 9 de junio de 2015

Primera parte.- Pues ya pasó...



Decoración de la parte sur de la mesa, de Cris..
Pues ya pasó el feliz 85 aniversario de mi nacimiento, que fue el día 6 de Junio de 1930. Este aniversario fue efectivamente un día feliz porque si de algo estoy contento es de haber nacido y de seguir vivo, porque la vida es una de las cosas que más aprecio de todo cuanto tengo y me hace muy dichoso poder pasarlo rodeado de gente a la que quiero. No es que haya vivido demasiado hasta ahora, porque 85 años es una edad más bien discretita, pero espero vivir tanto como para que la gente me pregunte sobre el gran tópico que se gasta la gente con los ancianos valetudinarios.
- ¿ Abuelo, a que atribuye usted el haber vivido tantos años y tan bien conservado? -
Y en este punto  me acuerdo de una anécdota sobre el tema que me veo obligado a contar, dentro del capítulo de batallitas del abuelo, antes de proseguir con historias de mi cumpleaños:

Una vista más amplia de la mesa preparada por Cris. 


Anciano de 90 años, alrededor periodistas haciendo preguntas tontas. - 
Y entonces, Don Rigoberto, ¿cual es el secreto de su eterna juventud? - Pues que no probé el alcohol jamás. - ¿Y por es usted tan feliz? - Hombre, lo sería más si no fuera por mi padre que llega borracho todas las noches...

Yo me creía que cumplir ochenta y cinco años era como romper la barrera del sonido, con efectos desastrosos semejantes a los de pasar de un milenio a otro... Pues nada de eso, al día siguiente de cumplir los años y de escuchar varias veces que los años no pasan por mi (cosa cierta porque efectivamente los años no pasan por mi, lo que pasan por mí son los lustros, dejándome bastante
planchado), ya estaba  de nuevo     en la rutina cotidiana, y preparándome a buscar un pretexto o más para reunir otra vez un grupo de buenos amigos y sobre todo cruzando los dedos para que en la próxima reunión también puedan estar mis hijos y mis nietos.




Decoración de la parte este del muro de la azotea.
Para contar mi cumpleaños sin cansar demasiado a mis lectores - que los tengo, aunque parezca mentira - dividiré la narración en tres partes, En la primera contaré los preparativos para la comida, que corrieron a cargo de mi sobrina Cris, que es una organizadora de eventos insuperable. Esto de organizadora de eventos no es su faceta mas sobresaliente, pero si una de las más importantes. No dudeis en contratarla para organizar vuestras celebraciones, si está libre, y no os arrepentireis.

Confieso que ese día me sentí muy querido, sensación que hacía muchos años que no tenía. Mis hijos y mis nietos me felicitaron por correo electrónico  mandándome tartas con velitas hechas de megabites bañados de cariño pero aunque eran insoplables me consolaron en parte. Tuve felicitaciones a través de los medios de comunicación social de personas que no conozco pero que estoy aprendiendo a apreciar.  De pronto hubo muchos comentarios nuevos incluso sobre entregas antiguas.  Dije que pasé mi cumpleaños sin romper la barrera del sonido, pero no sin pena ni gloria, el día fue feliz aunque podría haber sido mucho más feliz si estuvieran también mis hijos y mis nietos. Por suerte tienen trabajo y desgraciadamente por tener trabajo no pudieron venir... Es la dicotomía moderna del trabajo. El trabajo según la Biblia  es un castigo de Dios, pero hoy realmente es una bendición del Cielo...








No hay comentarios:

Publicar un comentario