sábado, 27 de diciembre de 2014

CI.- ESTADISTICAS, DIÁLISIS Y GOTA.

La verdad es que a mi las estadísticas que se refieren a gente entre la que me encontraba, casi siempre me beneficiaron porque yo estaba  en el tramo desfavorecido de la población estudiada y las estadísticas mejoraban mi estatus.. Aparte de que en una ocasión me encontré que aquel año me había comido cuatro pollos sin enterarme, porque yo no empecé a comer pollos hasta que se establecieron por toda España los hornos de asarlos al ast, pero así figuraba en una estadística de hábitos de los españoles varones. Y en las estadísticas  de andar por casa que hacía Don Olegario  para conocer los perfiles habituales de las gentes del barrio, salí tan beneficiado que fui propierario de medio Rolls Royce primero y de uno entero después, cuando don Ildefonso Roberto Carlos Pérez-Bermejo y Bovedilla de las Atalayas cuya casa solariega estaba en la plaza principal del barrio, compró el Segundo Rolls poco antes de casarse en segundas nupcias. Naturalmente al casarse, el segundo Rolls Royce  se lo regaló a su mujer y así yo perdí medio Rolls, porque desde el punto de vista estadístico medio Rolls se lo regalé yo. El Rolls no se averiaba jamás y en una ocasión que dejó tirado a don Ildefonso Roberto Carlos, la Rolls se lo reparó gratis como era una práctica habitual de la marca, porque un Rolls nunca se averia. No me extraña que la Rolls haya desaparecido.
Don Olegario por su parte tenía una academia de preparación para ingreso en la Armada y hacía estadísticas de andar por casa como la que él titulaba "perfil de los solteros mayores de cuarenta años", por la que yo llegue a tener un Rolls Royce, ya que Don Ildefonso Roberto Carlos y yo, que solo me llamo Ramón, eramos los únicos solteros mayores de cuarenta y gracias a eso también, yo tenía dos nombres de pila. Don Olegario hacía las estadísticas con fines didácticos muy efectivos.
A mi la Estadística me gustaba tanto que me hice especialista en Estadística Militar y supe que los marineros y soldados más bajitos que llegaban al Servicio Militar - que aún había -  eran de Extremadura y que eran especialmente apreciados porque, sobre todo en la Marina, donde hace falta personal que pueda meterse en recovecos increíbles de los barcos...
Pero algunas estadísticas también me dieron verdaderos sustos. Por ejemplo, descubrí a mis treinta y ocho años que  la esperanza de vida de los españoles varones nacidos en 1930 era de cuarenta y nueve años y que solamente dos de esa población llegaríamos a cumplir los 90. Como me pareció que la fecha estaba a la vuelta de la esquina  empecé a prepararme para morir bien, ajustándome lo más posible a todas las religiones monoteístas y mi conducta a dos o tres filosofías de corte occidental para asegurarme la entrada en el paraíso. Pero habiendo cumplído los sesenta y cinco también sin novedad me dispuse a investigar que había pasado, buscando en un Anuario Estadístíco cuya finalidad básica era hacer cálculo de primas de Seguros de Vida, y me encontré con cambios sustanciales como que la esperanza de vida de los españoles varones nacidos en 1930 que ya hubieran cumplido los sesenta y cinco era de  setenta cuatro años - no de cuarenta y nueve y que mi posibilidad de llegar a los noventa se había multiplicado por diez a pesar de tener procesos reiterados de podagra.
Esta esperanza de vida corregida me dio un respiro, la verdad, que lo estoy aprovechando para profundizar en las paradojas de la estádistica, especialmente en la de Simpson, en la de Arrow, en la de Monty Hall, en la del cumpleaños, que funciona perfectamente porque la comprobé varias veces e incluso gané una apuesta con ella,  en la del ascensor que no puedo comprobar porque el ascensor de mi casa solamente accede a cinco pisos....

Y cuando ya había sobrepasado ligeramente mi  esperanza de vída corregida me ocurrió que manché seriamente el calzoncillo y, hombre, yo era mayorcito pero no tanto como para perder  el control de los esfínteres, por lo que me fui al médico a consultar aquella anomalía. Me hicieron una colonoscopia en plan bestia y al final, sin hacer que me sentara y sin prepararme sicológicamente me espetaron que tenía cáncer...pero no me inmuté, enseguida pensé que la estadística me ayudaría a superarlo.

En efecto: preoperatorio, operación, etc,, etc. todo el protocolo, y pasado un año del postoperatorio, descubro alborozado en mi Anuario Estadístico de cabecera, esta vez también cotejando los datos en internet, que la supervivencia media después de mi cáncer lleva mi nueva esperanza de vida hasta los ochenta y dos, ocho años más que la de españoles varones nacidos en el año 1930  que hubieran cumplido los sesenta y cinco.

Pues dale que te pego, porque sobrepasé los ochenta y dos y a los ochenta y tres años me da un infarto de caballo  y me quedo sin función renal, pasando a hemodiálisis inmediatamente cosa que probablemente me salvó la vida,
Mi hijo que me lleva la corriente en lo del cachondeo estadístico sobre mi esperanza de vida me dice que compruebe mi nuevo estatus. después de perder la función renal. 

Pues mi hijo se ha quedado pegado porque la Supervivencia en Diálisis ha llevado  mi Esperanza de Vida, corregidísima, hasta los noventa años, cosa que ya vaticinaba la estadística corregida de los nacidos en mil novecientos treinta que hubieramos cumplido  los sesenta y cinco. 

He aquí pues una nueva paradoja:  Cuanto más vives, en lugar de ser más probable que te mueras, resulta que puedes vivir más todavía si cabe... (¿gracias  al progreso de la medicina? No, gracias a la estadística.)

Como colofón les contaré que cuando  todavía disfrutaba de función renal y me atiborraba de pastillas  para eliminar el exceso de ácido úrico (alopurinol), para evitar la acumulación en las articulaciones de cristales de urato monosódico (colchicina)  y tomaba prednisona a mayores para aliviar la inflamación del dedo gordo de mi pie derecho, que  repetía la gota  con relativa frecuencia no encontraba la forma de eliminar mi podagra. Pero ahora que la hemodiálisis es una caricatura de la función renal, que realmente un dializador equivale a menos de un quince por ciento de un riñón, me han suprimido el alopurinol, la colchicina y la prednisona, es decir,  los medicamentos descritos más arriba porque resulta que es menos probable tener gota en hemodiálisis que con la función renal al 50 % (?) 

Por eso cuando se me inflama el dedo que antes padecía de podagra, en lugar de tomar prednisona, llamo a mi podóloga que se vuelve loca buscándome durezas, grietas, lobanillo, ojos de gallo y hasta callos debajo de la uña del dedo gordo, para finalmente asegurarme una y otra vez que el dolor y la inflamación de mi dedo de virrey debe  ser por otra cosa... pero como en hemodialisis es muy poco probable padecer de gota yo la sigo llamando cada vez que se me inflama el dedo.


 ¿Jugarreta de la estadística que igual quiere menguar lo bien que me trató hasta ahora?.


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