domingo, 28 de diciembre de 2014

Mi segunda novela (Uno)

Asesinato en el Hotel Emilio.

CAPITULO I. 

Introducción. ´

Donde el autor promete varias cosas y da a conocer los principales personajes de la historia.


Hace tanto tiempo que le vengo prometiendo a mi amigo Santi, que voy a escribir una novela casi imposible, que para compensar la tardanza le prometo in péctore, escribir dos para compensar la larga espera y para que la espera que queda no sea en vano. ¿Y porqué prometer dos novelas, cuando ni siquiera empecé a escribir la primera? ¿Y porqué una promesa in péctore ?  Pues porque mi novela potencial se iba forjando en mi cabeza poco a poco y en un momento dado de ese ir yendo, publiqué algunos aspectos de su trama principal que no puedo obviar ahora. 
Inesperadamente, cuando la novela favorita que ya tenía anunciada, estaba muy avanzada y casi madura, irrumpió emergente la segunda novela en una carrera tan desenfrenada contra la primera, que me rompió su estructura básica, haciendo trizas virtuales aquel proyecto. Contra situaciones y personajes que se rebelan prefiero no luchar, ya me hice a la idea de que no es posible para mi el cocinar dos novelas a la vez en los entresijos de mis circunvoluciones cerebrales. Por lo tanto me dispongo a escribir mi segunda novela y ya reconstruiré mas adelante la primera para publicarla a continuación, pero no quiero que Santi  sepa  que ya voy a hacerlo y de ahí que la promesa sea in péctore, además hace tiempo que quería hacer una promesa de esta clase porque me parece muy elegante aunque cursi..     

Por lo tanto empiezo a escribir ahora mismo la que realmente es mi segunda novela, ordenando un poco las ideas a la vez, restándoles algo de la arrolladora vehemencia que la trajo hasta mi. Como jamás ni siquiera intenté  escribir un cuento y mucho menos una novela que requieren aquello tan ortodoxo de Introducción - Nudo - Desenlace que aprendí en los prolegómenos de las lejanas clases que recibí de Literatura.

De cualquier forma la novela que me bulle en la cabeza es un novela corta de misterio, que se desarrolla en una imaginaria pequeña ciudad muy aburrida en invierno y muy divertida en verano. Pero para mi novela, le quito la parte del verano, ahondo más en la parte invernal, porque me conviene una ciudad lúgubre que a estas alturas del invierno llene las calles de la bruma que sube  desde el mar, arrastrando el polvo de la rosada que lo empapa todo. La bruma termina encharcando las calles mal alumbradas y las luces de los faroles rielan entre los adoquines traicioneros del suelo mojado que todos los transeúntes de la noche esquivan para no romperse un tobillo. La rara por escasa luz y la bruma reunidas, consiguen darle a la hermosa pero imaginaria ciudad el ambiente necesario para que la muerte de Gúdula, presuntamente asesinada por persona o personas desconocidas, horrorice a todo el pueblo. 

Pues bien, aunque describí elegantemente el aspecto nocturno de mi lúgubre ciudad lo cierto es que toda la novela se desarrolla en interiores luminosos y  de día.
 Gúdula es el personaje central de la trama fundamental de un asesinato, victima, en unión de Dorgan, principal sospechoso con una coartada perfecta, y Carracedo, un ex Comisario de Policia, que todos llaman Comisario sin más, retirado y viudo que finalmente se ha decidido a vivir con Matilde, mujer quince años más joven que él, que le llama corderito mío y cosas por el estilo en público, sonrojándolo increíblemente y demostrando con  el visible arrebol de sus atezadas mejillas, que este amor tardío lo ha vuelto medio tonto. El amor tardío a ciertas edades y según entre  que personas, hay que encajarlo y disimularlo bien, para no hacer el ridículo. 
Matilde es una viuda de buen ver, sin hijos, ni gorda ni flaca, lo suficientemente rellenita para que le guste mucho a Carracedo, cocina bien, cobra una buena paga de viudedad por lo que es muy independiente desde el punto de vista económico. Al principio de su nueva relación de pareja quería casarse, pero después supo que por casarse,  perdía bastante de lo que cobraba, mientras que Carracedo conservaba todo y además le complementaban el sueldo por tener mujer. Matide se convenció que era mejor vivir en pecado con las dos pagas intactas que pasar penurias, con media paga de Carracedo cada uno, pero criticaba con amargura al gobierno porque ella no entendía aquella  disposición legal y aseguraba que votaría para siempre al partido que no le restara ni un euro de su paga al casarse otra vez en segundas nupcias. También, aunque se considere una falta de modestia por mi parte, soy un personaje importante de la novela como testigo excepcional, como condiscípulo de Gúdula y de Dorgan en el Bachillerato y vecino de Carracedo, aunque en esta ciudad todos seamos realmente vecinos. 
Sin duda he sabido aportar noticias importantes sobre los implicados en el presunto crimen, ayudando  a poner las cartas boca arriba, porque yo sabía más de Gúdula y de Dorgan que el propio Comisario.


Gúdula, en los tiempos de Colegio, cuando yo la conocí era fea y peluda, tenía tanto pelo que se le desparramaba por la cara. Poseía una cabellera abundante rizada y disparada por encima de las orejas. Tenía unas cejas tan pobladas, que parecían una sola y que le colgaban sobre los ojos dándole un aspecto siniestro y una mirada que se me antojaba torva...No se afeitaba el bigote, ni la barba, ni el entrecejo, ni por supuesto las piernas, debido a que su padre amaba lo natural y no le permitía usar ceras ni cuchillas. Yo pienso que era muy cínico pues nunca me pareció normal bautizar a su hija como Gúdula y encima condenarla a llevar bigote. Cuando ella se ponía el maillot por las mañanas los pocos días de sol que disfrutábamos en Cancún Pequeño, que así llamábamos a la playa artificial fabricada por el Ayuntamiento en un rincón de la bahía, seguía desparramando pelo porque a pesar de ser un bañador muy entero, era incapaz de contener el pelo sobrante, especialmente el del sobaco, pero no sólo el del sobaco. En fin Gúdula era horrorosa, cosa que me fastidiaba mucho porque yo siempre afirmaba que no hay mujer fea.
Cro- magnon man
La crueldad de los niños y de los adolescentes la persiguió toda su vida de colegial, le llamaron fea de todas las formas imaginables apodándola con los motes más crueles del diccionario e inventando otros más ofensivos todavía. Lo más leve que le llamaban pero que también fue lo mas frecuente, era mujer del Cro Magnon, o Cro-Magnon woman, contraponiéndolo a Cro-Magnon man porque ciertamente hay pocas imágenes o ninguna de la mujer del Cro-Magnon y Gúdula podría ser su prototipo

Gúdula desapareció al terminar el Bachillerato seguida de muy mala fama, por aquello que del árbol caído todo el mundo hace astillas, la relacionaban con un profesor casado que tenía peor fama todavía de poco escrupuloso, que por cierto también desapareció. Parece ser que emigró a Méjico y nunca más volvió.  De ella se dijo de todo sin demostrar la verdad de nada, que fue bailarina exótica en un cafetucho de Beirut, que estuvo trabajando de profesional en un prostíbulo de carretera, que su padre la había echado de casa, que estuvo en Guinea trabajando en casa de Anita Guau, actuando en su mini espectáculo consistente en agarrar monedas de la esquina de una mesa con los grandes labios de la vulva, etc.
Lo cierto es que tuve noticias de Gúdula contrastadas, varias veces, de que había muerto su madre, que por cierto decían que era una santa porque donde la ponías allí se quedaba. Más tarde murió su padre alcoholizado, en una pequeña aldea  de Santander, sin pena de nadie, su caja la llevaron al cementerio a hombros de cuatro porteadores contratados por la funeraria, con un cura abriendo camino llevando un paraguas abierto porque empezaba a chispear y detrás un empleado del Ayuntamiento responsable de  las llaves para abrir el Camposanto, acompañado de Gúdula y de Dorgan.. 

Me enteré también de que Gúdula volvió con su padre a la muerte de su madre para cuidarlo y que había heredado tierras, casas, acciones y dinero en abundancia, porque su padre, un tacaño empedernido, atesoraba el dinero viviendo como un miserable, sin gastar ni un duro en su mujer ni en su única hija Gúdula.
Pero decían las malas lenguas del pueblo, las  de siempre, que Gúdula, a partir de la muerte de su madre, se había hecho un peto importante, un saneado peto, cuidando la vejez de su padre, sisando en las compras y con pequeños hurtos cotidianos en sus bolsillos, que saqueaba por la noche mientras él dormía la mona. 
Pasado algún tiempo desde estos acontecimientos, se rumoreó insistentemente que Gúdula volvía al pueblo para quedarse, que había tenido un hijo de no se sabe quien, hijo que nadie vio nunca, que se había hecho una depilación corporal total, por un procedimiento definitivo, que le había eliminado todo el vello superfluo, que ya no tenía bigote ni pelo en el sobaco, que ya no tenía sobacos en fin, puesto que ahora lucía axilas perfumadas... En fin que Gúdula volvía guapa y millonaria. 
Aunque también resultaba inquietante que por una parte, con Gúdula hubieran  vuelto Dorgan y Caracona y por otra que Gúdula acudiera a la peluqueria de Pepitillo que tanta mala fama tenía.
Sin embargo, la envidia empezó a galopar por el pueblo; sobre todo entre las chicas casaderas socias del Círculo de Caza, que veían a los mejores mozos disponibles, ansiosamente expectantes sin poder disimular por lo menos la curiosidad de ver a una Gúdula metamorfoseada en bolboreta, que es una linda palabra gallega  que significa mariposa, con sinónimos como choruma o papola que también son lindos, y sobre todo millonaria, palabra que para algunos era más linda que bolboreta, choruma papola juntas.   

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