martes, 10 de febrero de 2015

Mi lindo gatito.


El gato que me proporcionó Cris.
Para hacer un alto en el camino y dosificar un poco el penoso asunto  de ir desgranando en este blog el estado calamitoso  de la Flotilla de Submarinos de la Armada en su Centenario y comentar algunos motivos de tal desastre, hoy voy a hablar de mi gato. Porque, además. hasta el día 17 de febrero no es urgente hablar del Centenario...

Mi gato  me lo proporcionó Cris, que está en todo lo que sea ayudar a los demás.

Mi gato no maúlla ni caza ratones, pero tiene calefacción central. Mi lindo gatito - que diría Piolín - se convierte en un calienta-camas o un calienta-pies, en un calentador en fin, mediante la complicidad de dos minutos y medio dentro de un microondas de 750 W que lo recalienta extraordinarimente y lo hace oler como si fuera a palomitas.
Mi gato todavía no tiene nombre aunque seguramente escogeré uno de gato famoso del cine, de la televisión, de los cuentos infantiles  o de los comics. Hay más de un centenar de gatos famosos desde los más antiguos que yo sepa, como los del  dios gato chino LI SHOU, o los BAKENEKO japoneses pasando por el Gato con Botas y por Félix el Gato, o por los más modernos como  Tom (el de Jerry), Silvestre, Fígaro, Garfield, Jinks, Rigodón, Azrael de los Pitufos, Bola de Nieve de los Simpson, Don Gato de la TV, uno de los malísimos siameses SI o AM, etc. y otros muchos como los que - sin ser todos los que existen- aparecen en la viñeta unida más abajo.
Catwoman con sus gatos (perfectamente reconocibles).

Bolsa de Goma - Calentador igual al que se me
vació en la cama una noche de crudo invierno.


Mi calentador que representa un gato también lo hay representando objetos diversos y otros animales. Está relleno de semillas vegetales diversas como p.e., huesos de cerezas y sustituye con muchas ventajas a la bolsa de goma que se rellenaba de agua hirviendo,

Antes de mi calentador-gato usé una de esas  bolsas de goma forrada de felpa pero ya hace seis u ocho años que la abandoné porque se me rompió una durante la noche... y fue un número porque era una gélida noche.

Ahora desde que tengo mi calentador-gato concilio el sueño con mucha más rapidez y no tengo miedo a que se pinche el calentador.

Y aunque  tengo calefacción, mi cama está siempre como un témpano.

Calentador de Cama Siglo XIX.

Hace muchos años que tengo un calentador de cama de mediados del Siglo XIX,  adornando una pared de mi dormitorio. Es de cobre con mango de madera y originalmente era un artefacto que se colgaba en la cocina porque allí se rellenaba de piedras calientes o de brasas de carbón, normalmente de madera.
Este artilugio llegó a casa de mis padres desde la casa de mi abuela paterna y mi madre lo usaba durante  mi infancia para calentar mi cama por lo menos de lo tengo constancia. Ahora lo tengo yo pero de adorno.

Canecos vulgares.
En aquella época de mi infancia muy pocas casas tenían calefacción, y aunque todas tenían brasero, naturalmente se apagaban por la noche.

Yo siempre fui realmente friolero y no había manta que me abrigara suficientemente a pesar de la calefacción,










Caneco recomendado.
No puedo acabar este descanso en el Camino hacia el Centenario del Arma Submarina, sin dedicarle un recuerdo al CANECO que se usaba en Galicia como Calienta-Camas coincidiendo con el resto de los artilugios que tenían la misma finalidad. El CANECO era cualquier botella o frasco de barro generalmente de los que sirven para envasar licores, aguardientes, etc. que una vez vacíos, se rellenaban de agua caliente y servían de Calentador de Cama, o de pies o de espalda....
Yo siempre recomendé usar el CANECO que figura a la derecha de este texto porque primero te calentaba por dentro, si se administraba bien, y después por fuera.

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