Alfonso ha muerto, ha muerto un amigo, un leal amigo, un gran médico de vocación, un ex Alcalde ferrolano de pro por los cuatro costados, en fin un vecino amigo mío de Narón. En vida y siendo alcalde de Ferrol, quizá el mejor alcalde que tuvo Ferrol en Democracia, Siro le pidió una fotografía y un escrito para la primera página de su libro Xente na Brétema. Y he aquí lo que Couce escribió para Siro..
Pero un mal día, un tránsfuga marrullero de cuyo nombre no quiero acordarme, expulsó de la política ferrolana al mejor alcalde democrático que Ferrol tuvo, en connivencia con socialistas y comunistas. Era tan popular y querido que mucha gente le llamaba Couce XII como si de un rey se tratase... Y la prensa lamentó aquella marrullería tan de estilo socialista.
Y esta es la caricatura que Alfonso le pidió a Siro. |
Veinticinco años del día que situó a Ferrol en el mapa del transfugismo.
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(del Diario de
Ferrol, del día 7 de Septiembre del 2014)
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El “descrédito de la imagen
municipal, la ausencia de un programa de gestión, la falta de soluciones a los
problemas vecinales y la inoperancia del grupo de gobierno” fueron los motivos
que llevaron al PSOE e Izquierda Unida en 1989 a presentar una moción de
censura para apartar de la Alcaldía a Alfonso Couce Doce y su equipo del
Partido Popular. Mañana se cumplen 25 años de aquella jornada en la que vigilar
el orden público en un ambiente muy crispado era una de las prioridades de un
Ayuntamiento que estaba en boca de media España, no por la moción en sí –que a
pesar de todo copó grandes espacios en los periódicos de tirada nacional–
sino por las peculiaridades de su alcalde. Alfonso Couce XII, un médico alejado
del prototipo de la época, próximo al pueblo, conocido y querido, se volcó en
la política local, pero la ejerció de forma muy particular. Ofreció una finca a
Bertín Osborne convencido de que así se atraería el turismo, llegó a pagar los
fuegos de San Ramón de su bolsillo para que la ciudad no se quedara sin ellos
por la penuria económica de las arcas municipales, anunció que recogería los
entonces 1.500 millones que concedía la Xunta a Ferrol –y que parecía que
solucionarían todos los males de la ciudad– con una carretilla y acudía a las
reuniones en los ministerios con su inseparable navaja, que hacía saltar todas
las alarmas. La oposición –y no solo los firmantes de la moción de censura– se
cansó de estas “boutades” y de hecho las acusaciones de folclorismo en el
sentido peyorativo de la palabra fueron continuas en el pleno donde resultó
aprobada la moción de censura.
PSOE e Izquierda Unida llevaban tiempo fraguándola y buscando la colaboración
del CDS –que salió de este proceso totalmente dividido– para sacarla adelante.
Pero los intentos de un acuerdo a tres bandas no fructificaron –Nona Inés
Vilariño acusó a los socialistas de negarse a negociar sin tomar como punto de
partida que la Alcaldía sería para Manuel Couce Pereiro– y solo el voto del
concejal popular Juan Santalla Hermida, al que se sumó también el de otro edil
centrista, José Ramón Rodríguez Rey, consiguieron que prosperase.
Pero el 8 de septiembre de 1989 a las once de la mañana, cuando dio comienzo el
pleno, nadie tenía muy claro lo que iba a pasar finalmente, como reconocen hoy
sus protagonistas. El salón de sesiones estaba abarrotado, aunque algunos se
quedaron apenas el tiempo justo para conocer cuál sería el desenlace. Es el
caso del entonces presidente provincial del PP, José Manuel Romay Beccaría
–para el que más tarde acuñaría Juan Fernández el atinado apodo de “dedo
infalible de Betanzos”– que abandonó la sesión tan pronto como Santalla dio su
voto favorable a la moción.
Los que no pudieron entrar en el palacio municipal se quedaron en la plaza de
Armas, atentos al devenir de los acontecimientos. A falta de pantallas
gigantes se instalaron micrófonos, a través de los cuales los ferrolanos
pudieron escuchar como su hasta entonces alcalde resucitaba a Romanones al
referirse a sus compañeros de corporación con la famosa frase “¡Joder, qué
tropa!”.
No fue la única memorable de aquel día. Al difícil trance que tuvo que afrontar
Couce Doce –y que nunca llegó a asumir– se le unía que la víspera había
enterrado a uno de sus mejores amigos, el periodista Ambar. “Por uno que me
recomendó mi amigo Ambar hoy tengo que rendirle culto a la
traición”, sentenció
en alusión a Juan Santalla. Pero esta visceralidad no se quedó en palabras. En
los meses siguientes insistió “teimudamente” en aplicar al edil este
calificativo, del que ya no se desprendería en lo que restaba de mandato, y en
mostrar a unos y otros un boceto del “monumento” con el que quería perpetuar la
memoria de aquel día: un buitre cuyas garras agrietaban una urna. Incluso llegó
a abrirse una cuenta corriente para recaudar fondos en la que se apresuraron a
participar el propio Couce Doce, con mil pesetas de la época; el que era su
secretario particular, Fernando Urbano, con otras mil, y el también concejal
popular Rogelio Brage, con cinco mil.
Excmo Sr. Don Alfonso Couce XII. |
Lo cierto es que aquel monumento nunca llegó a ser realidad, pero sí lo fue el
acoso al que se sometió a Santalla. El mismo día de la moción tuvo que esperar
durante horas para poder salir del Ayuntamiento, y cuando finalmente lo hizo,
por la puerta de atrás, la policía no pudo impedir que un grupo de ciudadanos
enfurecidos golpeasen el coche del concejal de Esquerda Unida José María López
Cabado, que lo trasladaba, entre insultos de todo tipo.
El propio Mariano Rajoy, entonces secretario general del PP de Galicia, se
lamentaba públicamente del “nulo respeto que el Partido Socialista profesa a la
voluntad popular”. Enumeraba otros casos de mociones de censura con apoyo de
tránsfugas, entre ellos la que arrebató la Xunta al PP, y aseguraba que
“Galicia y España se encuentran cada vez más lejos de ser una democracia
occidental en la que se respete la voluntad de los ciudadanos y en la que la
honestidad y la transparencia sean normas de conducta en el ejercicio del poder
público”. Y parece que persevera en la idea de que gobierne la lista más
votada, ahora plasmada en su propuesta de reforma de la elección de los
alcaldes.
Y si el hoy presidente del Gobierno ocupaba ya un destacado papel en la
política gallega hace 25 años, el actual director general de la Guardia Civil,
Arsenio Fernández de Mesa, formaba entonces parte del gobierno de Couce Doce
como primer teniente de alcalde y hombre de su absoluta confianza; una
situación que lo llevó a vivir momentos de gran tensión incluso en su propio
grupo municipal. Entonces aseguraba que “tan pronto como Couce Doce ponga un
pierna fuera del Ayuntamiento, la siguiente será la mía, ya que por donde salga
Couce Doce saldrá Fernández de Mesa detrás, eso está claro”. Aunque al
exalcalde la experiencia de la moción de censura lo apartó definitivamente de
la política, Fernández de Mesa, sin embargo, hizo carrera en ella, lejos ya de
su mentor.
Al término del pleno de la moción de censura, Fernández de Mesa era claro en sus
reproches al PSOE, al que acusó de trasladar a los ferrolanos un discurso de
“catastrofismo y demagogia”. El sector naval, ya en crisis con el
desmantelamiento de Astano, también estaba en aquellos momentos en la mente del
concejal. “A lo peor el PSOE también quiere alcalde socialista en Ferrol para
desmantelar Bazán”, apuntó.
La moción de censura supuso un cambio de gobierno en Ferrol y la separación
definitiva de Couce Doce de la vida política –ni siquiera volvió a poner un pie
en el Ayuntamiento–, pero también, en un plano más personal, el distanciamiento
familiar entre el viejo y el nuevo alcalde. Para cerrar su discurso, el regidor
saliente recomendó a su primo, Manuel Couce Pereiro, que no mirase nunca al
suelo. “Los Couce entramos siempre en los sitios por la puerta grande”, dijo. Y
esas fueron las últimas palabras que le dirigió.
Es posible que algún día se reúna alguna gente de bien para costear un monumento en honor a Couce XII al mismo tiempo que al tránsfuga traidor que Alfonso quería erigir , porque Alfonso era un hombre de bien y toda España se lamentó de como era posible que un don nadie, cuyo nombre no quiero recordar, en connivencia con socialistas y comunistas, lo haya expulsado de la política para siempre, desengañado...
Adiós amigo Alfonso, tarde o temprano nos veremos...
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